miércoles, 27 de mayo de 2009

3

(de la inquietante osadía de la tinta roja nace escribir...)

a

mis horrores


(a mis amores)


A ti, que de él, arrancaste los ojos para cagarme con tu mirada


Tres veces he pasado por estas rocas

Tres vicios he pisado en todas ellas


La primera - mía no tuya - fue el necesario error de la inexperiencia

Lleno de fértil esperanza;

añoranza del fin de mi temprana soledad;

la llegada de dulce Rocío que ama(nace)

y un erupción, tan magnífica, que desembocó en...


La segunda - sólo mía, tan mía - fue un desastre obligado de principio a fin;

embarazada de enfermedad;

acabó con drenar toda la sangre en mi cerebro y,

estancarla

pútrida y mal usada/oliente/gastada

en los cuencos que rodean el corazón

Acabé

de rodillas

vomitando vergüenzas sobre el órgano que expulsó la sangre

(latiendo a tus pies)

y el hueco

violetamente ennegrecido

hacía palpitar los harapos de membrana

violados y desgarrados

hasta que el odio llamó a las arañas

a suturar con seda la llaga en mi pecho, que desembocó en ...


La tercera - mía y de mi yo - fue el reconocimiento

de tu musgo en mis piedras;

la repetición constante de tu fantasma

y mi burla de él


La tercera fue mi fuego

La tercera es mi fuego

La tercera es el pacto

de hacer todo lo que está desecho

de devolverte mi dolor por tres

por la segunda

por la primera

por la dicha que tú ya vas en la (sex)ta

y sigues sin reconocer

en el musgo de tus piedras

mi primera, mi segunda, mi tercera.