(de la inquietante osadía de la tinta roja nace escribir...)
a
mis horrores
(a mis amores)
A ti, que de él, arrancaste los ojos para cagarme con tu mirada
Tres veces he pasado por estas rocas
Tres vicios he pisado en todas ellas
La primera - mía no tuya - fue el necesario error de la inexperiencia
Lleno de fértil esperanza;
añoranza del fin de mi temprana soledad;
la llegada de dulce Rocío que ama(nace)
y un erupción, tan magnífica, que desembocó en...
La segunda - sólo mía, tan mía - fue un desastre obligado de principio a fin;
embarazada de enfermedad;
acabó con drenar toda la sangre en mi cerebro y,
estancarla
pútrida y mal usada/oliente/gastada
en los cuencos que rodean el corazón
Acabé
de rodillas
vomitando vergüenzas sobre el órgano que expulsó la sangre
(latiendo a tus pies)
y el hueco
violetamente ennegrecido
hacía palpitar los harapos de membrana
violados y desgarrados
hasta que el odio llamó a las arañas
a suturar con seda la llaga en mi pecho, que desembocó en ...
La tercera - mía y de mi yo - fue el reconocimiento
de tu musgo en mis piedras;
la repetición constante de tu fantasma
y mi burla de él
La tercera fue mi fuego
La tercera es mi fuego
La tercera es el pacto
de hacer todo lo que está desecho
de devolverte mi dolor por tres
por la segunda
por la primera
por la dicha que tú ya vas en la (sex)ta
y sigues sin reconocer
en el musgo de tus piedras
mi primera, mi segunda, mi tercera.